Nos decían todo el tiempo que era un hijo de puta, hasta nosotros mismos a veces lo decíamos en tono de admiración, "qué hijo de puta, mirá lo que hizo".
Pero ¿saben qué? a los hijos de puta nunca les pasan estas cosas, nunca se mueren con toda una parte importante de sus vidas por delante, ni tampoco se mueren por vivir como quieren y por hacer eso en lo que creyeron siempre.
Ahí anda Videla con una parva más de años, con sangre en sus manos -pero seguramente no en su conciencia-, estirando su paso por este mundo, pero gracias a Néstor para desfilar por los juzgados.
No creo que haya habido al lado suyo un Nelson Castro que le dijera "afloje, general, tantos asesinatos le van a hacer mal a la salud".
Ahí anda Videla con una parva más de años, con sangre en sus manos -pero seguramente no en su conciencia-, estirando su paso por este mundo, pero gracias a Néstor para desfilar por los juzgados.
No creo que haya habido al lado suyo un Nelson Castro que le dijera "afloje, general, tantos asesinatos le van a hacer mal a la salud".
Ahí anda Menem, con veinte años más que los que vivió Néstor, con el doble de años que él gobernando la Argentina, insensible a la exclusión y la miseria que dejó a su paso, cargando en su haber con la voladura de un pueblo para encubrir un afano y con otras miserias que no lo mellaron.
Ahí anda De La Rúa, que se olvidó por donde se salía del estudio de Tinelli, pero también de lo muertos que dejó en la plaza cuando se fue en helicóptero, y no se sabe que el recuerdo lo atormente al punto de joderle la salud y la vida.
Estas cosas, repito, de morirse cuando uno tiene mucho para dar, no suelen pasarle a los hijos de puta.
Tampoco les suelen pasar a los que se dedican a la política como un pasatiempo, algo que hacen entre aburrirse en las reuniones de directorio de las empresas de papá y de la comisión directiva de algún club de fútbol, o entre una y otra internación en un spa para bajar de peso.
Ahí anda De La Rúa, que se olvidó por donde se salía del estudio de Tinelli, pero también de lo muertos que dejó en la plaza cuando se fue en helicóptero, y no se sabe que el recuerdo lo atormente al punto de joderle la salud y la vida.
Estas cosas, repito, de morirse cuando uno tiene mucho para dar, no suelen pasarle a los hijos de puta.
Tampoco les suelen pasar a los que se dedican a la política como un pasatiempo, algo que hacen entre aburrirse en las reuniones de directorio de las empresas de papá y de la comisión directiva de algún club de fútbol, o entre una y otra internación en un spa para bajar de peso.
No les pasan a los que le dedican a la militancia -o a lo que entienden por eso- apenas un par de horas al día, justo las que coinciden con los noticieros y los programas políticos de la tele, en horario central.
Mucho menos les pasan a los que entienden por política tener el oído atento a los deseos del poder real, la hoja en blanco y el lápiz presto para tomar nota de las prioridades de Magnetto, de Biolcatti, de Techint.
Les pasan, generalmente, a los que no se resignan a que eso sea la política, a los que piensan que la política nació justamente para cuestionar esa realidad, y le ponen el cuerpo y el alma a esa idea.
Como Néstor.
Que nos causa hoy un dolor y una pena inmensos por lo mismo que nos enamoró a partir del 2003 (a algunos desde antes, cuando era casi un desconocido en la escena política nacional): por poner sus ideas, su lucha, su vocación política, por encima de todo, hasta de su propia salud, de su tranquilidad.
Seguramente habrá muchos (incluso cercanos en el afecto) que le habrán dicho en estos tiempos que tenía que aflojar un poco, que bajar un cambio, y que a lo mejor ahora ensayarán un reproche.
Mucho menos les pasan a los que entienden por política tener el oído atento a los deseos del poder real, la hoja en blanco y el lápiz presto para tomar nota de las prioridades de Magnetto, de Biolcatti, de Techint.
Les pasan, generalmente, a los que no se resignan a que eso sea la política, a los que piensan que la política nació justamente para cuestionar esa realidad, y le ponen el cuerpo y el alma a esa idea.
Como Néstor.
Que nos causa hoy un dolor y una pena inmensos por lo mismo que nos enamoró a partir del 2003 (a algunos desde antes, cuando era casi un desconocido en la escena política nacional): por poner sus ideas, su lucha, su vocación política, por encima de todo, hasta de su propia salud, de su tranquilidad.
Seguramente habrá muchos (incluso cercanos en el afecto) que le habrán dicho en estos tiempos que tenía que aflojar un poco, que bajar un cambio, y que a lo mejor ahora ensayarán un reproche.
"Si se hubiera cuidado un poco, si no se hubiera hecho tanta mala sangre".
Pero ¿saben qué?
Sin caer en providencialismos, sin poner un mesías en el lugar donde debe haber una construcción política colectiva, si Néstor les hubiese hecho caso probablemente hubiera estado entre nosotros, muchos años más, pero con toda seguridad muchísimas cosas que cambiaron en la Argentina del 2003 para acá, probablemente nunca hubieran cambiado, porque nuestra historia demuestra que, sin ocasionales hinchapelotas, las cosas no tienden naturalmente a cambiar, o si lo hacen, es para peor.
Néstor murió como vivió, y por lo que vivió, la peor moraleja que se puede sacar de su partida es que no se puede hacer política como la hizo él.
Seguramente Cristina hoy, en el inmenso dolor de haber perdido al compañero de su vida, sea quien mejor entienda esto, y es responsabilidad colectiva nuestra, la de los que acompañamos este proceso político que ellos abrieron en la Argentina, hacerle saber y sentir que no está sola, que vamos a aportar entre todos para ayudarla a llenar ese vacío, y sobre todo para hacer lo que nos toque para que el sacrificio de Néstor no haya sido en vano.
Vendrán seguramente las falsas y compungidas condolencias de los que hasta ayer deseaban vivamente que pasara lo que pasó, los que redujeron el periodismo y la política a una cloaca con análisis sicológicos berretas, no importa, no les creo ni me importa lo que digan.
La historia guarda para los miserables un lugar pequeño, pasajero y efímero, y con el tiempo se ocupa de poner cada cosa en su lugar, aunque tarde mucho tiempo la construcción de un lugar en la memoria colectiva de los pueblos.
Donde seguramente Néstor Kirchner tendrá (tiene ya) ganado un lugar de privilegio.
Pero ¿saben qué?
Sin caer en providencialismos, sin poner un mesías en el lugar donde debe haber una construcción política colectiva, si Néstor les hubiese hecho caso probablemente hubiera estado entre nosotros, muchos años más, pero con toda seguridad muchísimas cosas que cambiaron en la Argentina del 2003 para acá, probablemente nunca hubieran cambiado, porque nuestra historia demuestra que, sin ocasionales hinchapelotas, las cosas no tienden naturalmente a cambiar, o si lo hacen, es para peor.
Néstor murió como vivió, y por lo que vivió, la peor moraleja que se puede sacar de su partida es que no se puede hacer política como la hizo él.
Seguramente Cristina hoy, en el inmenso dolor de haber perdido al compañero de su vida, sea quien mejor entienda esto, y es responsabilidad colectiva nuestra, la de los que acompañamos este proceso político que ellos abrieron en la Argentina, hacerle saber y sentir que no está sola, que vamos a aportar entre todos para ayudarla a llenar ese vacío, y sobre todo para hacer lo que nos toque para que el sacrificio de Néstor no haya sido en vano.
Vendrán seguramente las falsas y compungidas condolencias de los que hasta ayer deseaban vivamente que pasara lo que pasó, los que redujeron el periodismo y la política a una cloaca con análisis sicológicos berretas, no importa, no les creo ni me importa lo que digan.
La historia guarda para los miserables un lugar pequeño, pasajero y efímero, y con el tiempo se ocupa de poner cada cosa en su lugar, aunque tarde mucho tiempo la construcción de un lugar en la memoria colectiva de los pueblos.
Donde seguramente Néstor Kirchner tendrá (tiene ya) ganado un lugar de privilegio.
La memoria en imágenes
Néstor Carlos Kirchner (padre) con Nestitor y Alicia en 1951. |
Néstor Carlos Kirchner a los 6 años, cuando iba a la escuela pública en Río Gallegos. |
Kirchner alentó la inversión pública, generando obras en la provincia. |
En 1994, Néstor fue miembro de la Convención Constituyente que reformó la Constitución Argentina. |
En 1995, con las reformas a la Constitución provincial ya en vigencia, Kirchner fue reelecto gobernador por amplio margen (66,5% de los votos). |
En 1996 fue fundador de La Corriente Peronista como línea interna del Partido Justicialista. |
tomado de: http://www.tvpublica.com.ar/tvpublica/articulo?id=5334
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